"Ella se aburría en las fiestas porque era muy espiritual"
"No le gustaban las cosas de este mundo"
"¡Dios mío! -pensaba ella-. Si el conde Vronskij se fijara un poco en mí." Pero él, altivo, silencioso, tan tieso como un huso dentro de su uniforme se miraba en los espejos del salón. Ella entre tanto languidecía entre bordados y encajes mientras el rocío de la nodriza, refrescando su cuerpo desnudo, se mezclaba entre las piernas con los humores del deseo...
"Vronskij: conde (hosco y esquivo), oficial de la guardia, con largo y duro espadín fálico dentro de su funda color amaranto, borracho frecuentemente a causa de libaciones de Rosolí, coñac, ajenjo y otras bebidas, amado por mujeres por sus métodos bruscos y antipáticos, temido por los mismos motivos, era odiado por numerosos e intrigantes enemigos.
"Verónica: hermosa y sensible a los latidos de su corazón, habil en el juego de los desvanecimientos, perdidamente enamorada de Vronskij, se niega a aceptar partidos ventajosos y proposiciones de hermosos varones austro-húngaros pertenecientes a la guardia real, arrodillados a sus piececitos, calzados con lindas botitas y dispuestos a besar sus rosadas rodillas enfundadas en sutiles medias de tul, culpables al mismo tiempo de ávidas miradas y pensamientos, entrevistos a través de misteriosas negligés.
"Pero a Vronkij no le importa Verónica. Sólo ama en realidad a su palafrenero, joven hermoso, de aspecto noble, sobre cuyo pasado está indagando (perdidamente) el conde, intentando saber por qué ese joven profesa tan humilde oficio. Amor de doncel homosexual, consumado quizá en un establo, o en una quebrada del monte, cómplice de la caza del zorro.
"Descubre Verónica la oscura alianza gracias a la complicidad de una camarera véneta enamorada del palafrenero. Incierta, duda sobre qué hacer: ¿matar a Vronskij?, ¿suicidarse?, ¿suprimir al incauto palafrenero? Mientras tanto, su salud se va agotando.
"Vronkij sodomiza diariamente al palafrenero con la complicidad de la noche. El palafrenero, ¡ay!, descubre su amor por la camarera. La camarera ama al palafrenero. Verónica descubre la oscura alianza gracias a la complicidad de la nodriza (ávida y curiosa). Incierta, duda sobre qué hacer. ¿desvelar el engaño del conde Vronkij?, ¿entregarse al palafrenero?, ¿alentar el amor de los dos siervos?, ¿suprimir al incauto palafrenero?, ¿suprimir a la doncella?, ¿quitarse la vida?, ¿matar a Vronskij?, ¿suprimir a la ávida y curiosa nodriza? Poco a poco se va agotando la pobre Verónica.
"Cuando Verónica parece solo una sombra, Vronskij se fija, por fin, en ella. La ama a toda prisa sobre el canapé, cómplice de la complicidad. (Acaban de sorprender juntos a la doncella y al palafrenero; degüellan a la nodriza e imponen nuevos impuestos al pueblo, todo por simple afán de divertirse.)
"Pero ya es demasiado tarde para Verónica. Se le inflama el hígado y su alma vuela al Más Alla. Vronskij, que ha escapado milagrosamente a la venganza del duque de Barbagia, verdadero padre del palafrenero, duda sobre qué debe hacer, y muere"
Rocco y Antonia ( Cerdos con alas) diario sexo político de dos adolescentes -fragmento-
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8 comentarios:
Dios mío...cuanta violencia vital...esos son de la Rusia de la revolución ehhh fijo..o casi
casi casi mangeles, je je jeee
¡Pero bueno! ¡Ya tenemos aquí una entrada!, habrá que celebrarlo Ángel con champán aunque no sea un día apropiado para ello por ser Lunes, pero es igual, desde aquí brindo por tí por haber empezado a caminar en tu blog. Un chin chin por tí, y un chin chin por esta nueva entrada que me ha parecido fabulosa.
Un cuento, o una historia un tanto dramática, pero realmente impresionante, muy bonita. Espero seguir leyéndote.
Un beso, una flor, y mis deseos para tí de una feliz semana guapo.
Vamos... como la vida misma, jajajajaja.
Besos de tragicomedia.
P.D. Aunque con retraso llego por aquí, me alegro de volver a leerte, Angelito.
Buenos días:
¿Ya no siguen más cuentos?
¡¡¡Feliz semana!!!.
Angel, como no me respondes, voy a tener que hacerlo yo jajaja.
Saludos afectuosos guapísimo.
Saludos desde el mungo bloguero.
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